02/11/2023
Día Mundial de la Calidad: normalización y certificación como base de las buenas prácticas y la competitividad
Desde hace más de 30 años cada segundo jueves de noviembre se celebra el Día Mundial de la Calidad, una efeméride que nació con el objetivo de generar conciencia sobre la importancia de la calidad en las empresas y organizaciones. Promovido por The Chartered Quality Institute, aunque sin reconocimiento oficial de Naciones Unidas, en ANAIP, la Asociación Española de Industriales de Plásticos, nos parece importante sumarnos a la celebración de este 9 de noviembre y recordar que la calidad tiene dos bases fundamentales que nosotros promovemos y en las que trabajamos de forma intensa desde el sector de plásticos: la normalización y la certificación.
Estas dos disciplinas permiten a las empresas adaptarse a los criterios y requisitos que deben cumplir los productos para ajustarse a las novedades legislativas o las tendencias de consumo y a demostrarlo por medio de la verificación de una tercera entidad independiente. Es decir, marcan el camino para el cumplimiento de las novedades y la demostración de que, efectivamente, lo hacen.
En ANAIP creemos que la normalización y la certificación son la base de la calidad de los productos plásticos y por eso trabajamos en las dos áreas. Ostentamos la secretaría del Comité Técnico de Normalización de UNE 53 de Plásticos y Caucho desde que se creó en 1986, un comité que se divide en nueve subcomités para distintas materias y que cuenta con cerca de 400 vocales de más de 145 entidades que elabora normas para unificar criterios y dar respuesta a las necesidades de la sociedad. Por ejemplo, en los últimos años se ha centrado en la economía circular y la sostenibilidad de los productos plásticos, con normas referentes a la reutilización de productos y uso de reciclado, como la de cajas de materiales plásticos para uso agrícola, comercial e industrial; la norma de vajilla de plástico reutilizable para uso alimentario o la de bolsas también reutilizables y con alto contenido en plástico reciclado. Y muchas más que nos hace ser, según un informe de UNE, uno de los comités que más normas aporta en la contribución de la normalización en la economía circular. La gran estructura y actividad de este comité hizo que también fuera galardonado por UNE en 2021 como el comité más destacado.
El cumplimiento de estas normas es garantía de que las empresas no solo afirman mediante autodeclaraciones que sus productos sean reutilizables, sino que cumplen con los criterios y han superado los ensayos fijados en una norma para asegurar que realmente es así.
El fomento de la sostenibilidad también ha centrado buena parte de la actividad de certificación. ANAIP fue socio fundador de AENOR, entidad dedicada a la evaluación de la conformidad, y somos vocales permanentes en el Comité Técnico de Certificación CTC 001 de plásticos, donde representamos a la industria de transformación de plásticos y tenemos la oportunidad de participar en la labor de certificación.
En los últimos años hemos desarrollado con AENOR las llamadas certificaciones circulares, como la de trazabilidad y contenido de plásticos reciclados, o la de OCS.
Uno de los grandes hitos del año del área de certificación ha sido precisamente la presentación del esquema de certificación europeo de OCS. Desarrollado por Plastics Europe, la asociación europea de fabricantes de materias primas, y EuPC, asociación europea de transformadores, este esquema se ha basado en la certificación española de Operation Clean Sweep® que creamos ANAIP y AENOR en 2019 para aquellas empresas que quisieran dar un paso más en su adhesión a la iniciativa OCS y sumarle valor a través de la verificación por parte de una entidad independiente. Tanto ANAIP como AENOR hemos participado en la elaboración de esta certificación europea explicando el funcionamiento de nuestra experiencia en España.
Potenciar la sostenibilidad y la economía circular
Cuando hablamos de potenciar la calidad de los productos plásticos no solo nos referimos a los productos finales, incluimos también la minimización de su huella ambiental, la mejora de los procesos de producción, el uso eficiente de los recursos, la facilidad para su reparación y reciclaje o la calidad de la materia prima que se puede obtener en el reciclaje de los residuos. Es decir, tenemos en cuenta todo su ciclo de vida para cumplir con los objetivos de la industria y con las demandas de la sociedad.
Demandas que a veces pueden parecer abstractas, pero que se convierten en planes de acción en el momento en que les asignamos indicadores medibles a los que hacer seguimiento para evaluar su evolución. Así podemos estar seguros de los avances en términos de calidad de los productos que nuestra industria pone en el mercado y podemos reivindicarla desde la certeza del trabajo que la avala y la garantía que supone para los consumidores.
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